Enlace Judío México e Israel- Durante la Segunda Guerra Mundial, Rudolf Hess, tercero al mando del Tercer Reich, comenzó a mostrar signos de demencia, aseguraba que padecía enfermedades diversas, de mover objetos con el poder de la mente y se obsesionó con todo tipo de curanderos y videntes.

Alejado de las actitudes extrañas de Hess estaba Hitler, quien para inicios de 1941 ya tenía claro su siguiente objetivo: la Unión Soviética. Sólo que existía una importante desventaja: Iniciar esa nueva batalla sin haber vencido antes a Gran Bretaña era complicar el escenario militar para el ejército alemán.

Abrir dos frentes era un movimiento poco inteligente, que podía costarle al Tercer Reich el resultado de la segunda guerra mundial. Muchos nazis de alto rango compartían esta opinión, pero fue Rudolf Hess, el que cometió la más insólita de las locuras.

Negociar con el enemigo

De manera individual, Hess decidió que lo mejor era conversar con el enemigo para negociar la paz; su estrategia sería contactar al Duque Hamilton, líder de un partido de oposición contrario a la guerra, así que Rudolf Hess consiguió un avión, y el 10 de mayo de 1941, sin la autorización del Führer, simplemente despegó.

Rudolf Hess pensaba que si dichas negociaciones prosperaban, su Führer le estaría eternamente agradecido por facilitarle el camino a Alemania. Su gran error fue creer que en Inglaterra, Hess iba a encontrar oídos comprensivos a su propuesta.

Después de un vuelo lleno de torpezas Hess llegó a Escocia y se expulsó del avión en paracaídas, cayó en una granja en Glasgow, al sur del país.

Antes de partir a su supuesta heroica misión, Hess escribió una carta para Hitler, y cuando éste la leyó explotó de enojo y frustración. Esta locura podría costarle el apoyo de Italia y de Japón y peor aún, podía hacerle ver como un cobarde ante toda su población.

El fín de Rudolph Hess

Por supuesto que Rudolf Hess quedó despedido de todos sus cargos, pero para resolver de la mejor manera el trago amargo sin efectos secundarios, Hitler y su equipo cercano se encargaron de presentar a Hess como un enfermo con reciente demencia mental. Con los meses el tema perdió importancia, pero para el valiente paracaidista la pesadilla apenas empezaba.

Inmediatamente después de su aterrizaje Hess fue arrestado y encarcelado. En un inicio trató de ocultar su identidad, pero no logró hacerlo por mucho tiempo, y con el paso de las horas la noticia se esparció como la pólvora: el mismísimo Rudolf Hess, uno de los nazis más cercanos a Hitler, había aterrizado en Escocia.

El capitán Graham Donald fue quien descubrió su identidad.

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