Enlace Judío México e Israel – Janucá es una de las festividades judías más estéticas que existen. El candelabro, las velas y la noche crean un efecto sumamente placentero, además su significado ritual radica primordialmente en los aprendizajes que uno obtiene de la introspección y el estudio. El recuerdo de la guerra de los macabeos, el agradecimiento por los milagros y el baile entre la luz y la oscuridad trasmiten significados sumamente profundos para el que los pone en práctica. Principalmente es una festividad que habla sobre la división interna que existe en el hombre y en el judío al encontrarse en exilio, nos muestra cómo la espiritualidad y la sabiduría ayudan a construir puentes que unan esa brecha. Entre muchos de los elementos de la festividad, también se remarca la importancia de defenderse cuando la fe y la tradición de uno son atacadas; en la guerra de los macabeos contra los seléucidas hay varias historias de milagros y heroísmo, algunas de ellas protagonizadas por mujeres; también dentro del Tanaj hay historias que aluden a Janucá y su significado a continuación hablaremos de ambas.

Mujeres en las historias de Janucá

Yehudit y el general

Una de las historias más conocidas es la de Yehudit, quien mató al general Holofernes. La historia originalmente fue escrita en hebreo y solía ser uno de los libros sagrados que entraban en el canon judío, sin embargo, se perdió y lo único que se conserva de él es una traducción hecha al griego que no tiene validez en la tradición judía. Por lo mismo lo que sabemos de la historia de Yehudit proviene de la tradición oral y los comentaristas.

A través de éstos se nos enseña que Yehudit era la hija del Sumo Sacerdote Yojanan; vivía en la región de Betulia cuando los seléucidas invadieron Judea. El general encargado de oprimir su ciudad era Holofernes, un hombre sádico y sanguinario que obligaba a las recién casadas tener relaciones íntimas con él antes de poder conocer a su esposo. Había rodeado la región y cortado todos los suministros de comida y agua esperando a que el ejercito de Betulia se rindiera. Y estaba por ocurrir, sin embargo, cuando los líderes judíos anunciaron en la plaza la posible rendición del ejercito, surgió Yehudit de entre la gente y pidió le dieran tiempo para intentar un plan que podría acabar con la fuerza del enemigo.

Junto con su dama de compañía cruzó las filas enemigas y sedujó durante cinco días al general haciéndole creer que admiraba su fuerza, su valentía y quería casarse con él; le hizo creer que para lograrlo estaba dispuesta a traicionar su ciudad y entregársela. El último día organizó un festín a solas con el militar, le dio de comer queso espeso y de beber vino hasta que el general cayó borracho al suelo y quedó dormido. Yehudit aprovechó la ocasión, cortó su cabeza y envuelta la llevó al ejército judío, quienes tomaron fuerza para atacar y repeler al enemigo. Gracias a esta historia es que comemos lácteos en Janucá.

Janá y los siete hijos que se rehusaron a hacer idolatría

Existe la historia de otras dos heroínas que toman el nombre de Janá, al igual que la historia de Yehudit los libros que narran sus acciones se perdieron y sabemos de ellas por la tradición oral. La primera ocurre en la misma época en que Eliezer el Sumo Sacerdote fue torturado y asesinado por los seleúcidas al negarase a cometer idolatría. Se nos dice que también existió una mujer con el mismo coraje y valentía, ella y sus siete hijos fueron apresados por la misma razón, fueron llevados frente al rey, para ser obligados a renegar de la Torá, comer carne no kosher y cometer idolatría. Cada uno de ellos se negó y fueron torturados y asesinados uno por uno del mayor al menor. Cuenta la historia que el corazón del rey se enterneció con el niño más pequeño que contaba con apenas siete años y le pidió a la madre que convenciera a su hijo, pero ésta al hablarle le dio valor y el niño siguió el camino de sus hermanos. La madre murió con sus hijos, los textos difieren en cuanto a cómo ocurrió, unos dicen que enloqueció de dolor y se aventó de un techo y otros el dolor la hizo morir con ellos. En las historias se alaba la valentía de esta mujer y el símbolo de fortaleza que se convirtió para todos aquellos que querían adherirse a la Torá.

Janá la hermana de los macabeos

La segunda historia es sobre Janá la hermana de los macabeos. Cuando se habla la revuelta usualmente se menciona que fue Matatatías, quien inició la guerra contra los seléucidas, mató a un general griego que obligaba a los judíos a participar en actos de idolatría. Sin embargo, hay otras versiones que aparecen en los comentarios donde se nos dice que la revuelta inició para defender el honor de Janá la hermana de los macabeos. Se nos dice que los griegos violaron a esta mujer sobre un rollo de Torá profanando la santidad del sacerdocio, el templo y la Torá. Frente a tal acto los macabeos se arman para defender el honor de su hermana.

Tamar y Yehudá

Toda historia y festividad que ocurre en tiempos posteriores tiene su raíz en el Tanaj, tal es el caso de Janucá. Se compara el Exilio sufrido por los griegos con el Exilio que vive Yosef de sus hermanos, pues en el texto hay varias referencias a la noche, a los sueños y juega con muchos de los significados que se hablan en Janucá. Además la parashá que se lee en la semana de Janucá es la misma que cuenta la historia de Yosef.

En Janucá también se resalta la imagen del tzadik (sabio) y del Maljut (reinado), ambos representados por la pareja que forman Yosef y Yehudá como hermanos. Pues Yosef es el tzadik por excelencia, mientras que Yehudá representa toda la línea de reyes judíos. En la narrativa de la festividad también se resalta la belleza interna que se esconde al ojo, el reconocimiento de los milagros envueltos y la importancia del agradecimiento, todas son características que se encarnan en la figura de Tamar y su historia con Yehudá.

De ella se resalta su recato (tzniut) su gran belleza, la valentía de arriesgar su vida por tener procedencia judía y que de su vientre nazca toda la línea de reyes. Además entre la historia de Tamar y Yehudá los eventos que se desarrollan de forma escondida y se revelan como milagrosos hasta el final. Incluso los cabalistas han remarcado que en las señas que Tamar toma de Yehuda se encuentran todos los símbolos que representa la festividad, por eso es una historia que también suele leerse en Janucá.