Enlace Judío México e Israel- Mientras avanzamos en el viaje del pueblo de Israel hacia la tierra prometida, permanentemente encontramos nuevos eventos, experiencias, desafíos y nuevas posibilidades para poder no solo llegar a salvo al destino, también para disfrutar el viaje y crecer.

RABINO MARCELO RITTNER

Así, en estas últimas semanas hemos estudiado sobre la construcción del tabernáculo, el Mishkán, que fuera el primer proyecto espiritual compartido de este pueblo recién liberado de la esclavitud. Y en este Shabat, la Torá nos señala que debemos encender una luz permanente, el objeto que conocemos como el Ner Tamid, que encontramos como un símbolo en casa sinagoga. Una luz que debemos asegurarnos mantenerla encendida, de generación en generación. Una luz que señala la presencia de Dios en nuestro camino.

Lo que quisiera destacar en este Shabat es que todo lo que se nos ha señalado para asegurar nuestra vida como pueblo, también está dirigido a cada uno, cada una, para aplicarlo en su vida personal.

Así como debemos ocuparnos en construir como pueblo un Mishkán, así también debemos construir, dentro de cada uno, un Mikdash Meat”, un pequeño santuario que refleje la presencia de Dios en nuestra vida. Un símbolo que provoca inspirarnos.
Y de igual manera que el Ner Tamid, también dentro de cada uno debe existir esa “luz permanente”, que nos proporcione la seguridad de poseer luz y paz interior.

Qué belleza de desafío para cada uno de nosotros. Poder construir en tu ser interior un pequeño santuario y una luz permanente, crear el espacio de luz, calor y fe dentro de ti misma, de ti mismo. ¡Y como lo necesitamos!

Nos hemos convertido en prisioneros de la esperanza por un virus que sometió nuestras vidas durante ya muchos meses y nos robó una visión de futuro. Y hoy como siempre les insisto, tienes que esforzarte cada minuto para deshacerte de la vida que has planeado, para tener la vida que te está esperando.

Lo que haces hoy debe ser muy importante, porque estás cambiando un día de tu vida por ello. Esperamos demasiado entre bastidores, cuando la vida tiene un papel que debemos desempeñar en el escenario.

También Dios está esperando que dejemos de esperar.

Esperando que empecemos a hacerlo ahora. Para ello este día y esta vida te han sido dadas. Comienza a construir tu pequeño santuario interior, desarrolla tu propia. No puedes ignorar el ritmo de tu alma.

Quiero dejarles una historia que estoy seguro tocará su corazón como tocó e mío y los ayudará en vuestra tarea.

El locutor de radio entrevistó al multimillonario nigeriano Femi Otedola: “Señor, ¿qué puede recordar que lo hizo un hombre más feliz en su vida?” Femi respondió: “He pasado por cuatro etapas de felicidad en la vida hasta sentirla”.

La primera etapa fue acumular riqueza y medios.

Luego vino la etapa de colección de objetos de valor y artículos únicos. También era temporal y sin pasión.

Luego vino la etapa de conseguir grandes proyectos. Alcancé a tener el 95% del suministro de diésel en Nigeria y África. Fui el armador más grande de África y Asia. Pero tampoco disfruté la felicidad que había imaginado.

La cuarta etapa fue cuando un amigo mío me pidió que donara sillas de ruedas para unos niños discapacitados. Así lo hice. 200 sillas.

Sin embargo, mi amigo insistió en que fuera con él y que yo las entregara personalmente. Y así lo hice. Y cuando las entregué con mis propias manos, vi el extraño brillo de felicidad en los rostros de estos niños. Sentí algo diferente, que nunca me había pasado. Cuando me iba uno de los niños me agarró las piernas. Le pregunté: ¿Necesitas algo más?

Su respuesta cambió mi actitud ante la vida por completo. Este niño me dijo: “Quiero recordar tu rostro para que cuando te encuentre en el cielo, pueda reconocerte y agradecerte una vez más”.

Mis ojos se llenaron de emoción. Mi corazón latía con fuerza. ¿Por qué sería recordado después de dejar mi oficina? ¿Por qué alguien querría volver a ver mi rostro? ¿Por qué?

Te pregunto: ¿Verdad que te gustaría que alguien, sea un niño o una persona mayor, te dijera esas palabras? “Quiero recordar tu rostro para que cuando te encuentre en el cielo, pueda reconocerte y agradecerte una vez más”. Yo también.

Intenta tocar vidas. No te canses de ser buena, bueno. Transforma tus sentimientos en acciones. Porque estas son los materiales con lo que construirás un bellísimo pequeño santuario interior e iluminarás tu neshamá y las de que te rodean.

Vive hoy. Sal a vivir la vida que te está esperando.

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