Enlace Judío México e Israel- Viene otra vez la fiesta de Purim, y nuevamente hay que reflexionar en los singulares y poderosos arquetipos que nos ofrece el libro de Esther. Y es que allí se nos habla de un problema que el pueblo judío nunca había enfrentado: antisemitismo.

Todos los enemigos del pueblo judío en la antigüedad, lo fueron por cuestiones meramente económicas o políticas. Los babilonios nos invadieron porque se estaban expandiendo como imperio; los romanos nos aplastaron porque nos sublevamos contra su dominación. Pero no existe registro alguno de que esos imperios —o muchos otros— hayan tenido una particular molestia por el pueblo judío por el puro hecho de ser judío.

Lo más próximo fue la campaña culturizadora de Antiojus IV Epífanes, el rey de los seléucidas, que quiso exterminar el judaísmo como realidad abstracta, e imponernos la cultura helenística a sangre y fuego. Es decir, su objetivo nunca fue exterminar a la gente, sino al modo de vivir y de entender la vida. Antiojus habría sido feliz de que todos los judíos se convirtieran en buenos ciudadanos del mundo helenístico.

El libro de Esther nos habla de otra cosa, un fenómeno más profundo y que es la expresión pura de la xenofobia: el deseo de exterminar a un tipo de gente específica. El impulso del genocidio, algo que sólo llegó a su clímax hasta la Shoá.

Irving Gatell nos explica todo esto y muchas otras cosas más sobre las singularidades de la festividad de Purim, que estaremos celebrando este miércoles y jueves en todas las comunidades judías del mundo.

¡Jag Purim Sameaj!

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