Enlace Judío México e Israel – Abruma en los últimos días el bullicio parlamentario en Israel.

Miembros de la Knesset que encaran un nebuloso futuro se empecinan en insertarse a cualquier precio en algunos de los partidos en tanto que éstos ya preparan una encendida puja electoral.

En este ardoroso bullicio se presenta un fenómeno sin antecedentes en el trayecto israelí: la apretada y franca amistad entre el Primer ministro saliente Bennet y el hasta aquí canciller Yair Lapid.

Ambos modelaron y dirigieron durante algo más de un año una acertada coalición gubernamental que lidió con importantes asuntos: el renovado ascenso del covid, los desórdenes en Jerusalén y las amenazas de Teherán.

Por añadidura acertaron en los ajustes necesarios en la economía considerando las tendencias inflacionarias en el mundo y la reducción de importantes importaciones por causa del conflicto entre Rusia y Ucrania.

Cabe añadir el alcance de un constructivo entendimiento con Mansur Abbas, figura excepcional en la importante minoría árabe que hoy constituye un quinto de la población.

El trío Bennet-Lapid-Ganz acertó además tanto en el tejido de entendimientos -explícitos como indirectos- con el liderazgo musulmán en Gaza como en el freno de intenciones hostiles por parte de Teherán.

Agrego que en este torneo electoral dos figuras -entre otras- tendrán alto e inquietante relieve: Itamar Ben Gvir y Betzalel Smotrich.

Ambos vocean hoy planteamientos kahanistas que, si aciertan a concretarlos en un marco gubernamental, dividirán sustancialmente a la sociedad israelí y pondrán en tensión la legitimidad de Israel en el concierto internacional.

Ciertamente, las diásporas no podrán ser indiferentes a este probable giro.


 

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