Enlace Judío – Una de las cosas que más me gustan de las tradiciones judías es que te conectan con el mundo y con la vida. D-os nos dio las mitzvot para poder actuar dentro de nuestra realidad y poder conocerlo tanto a Él como a nosotros mismos a través de ellas; no nos la dio para que nos aisláramos y construyéramos una fortaleza cerrada a la realidad. Las festividades especialmente son el momento en que D-os nos llama a afrontar cosas que se esconden o de las cuales es importante reflexionar, y son bellas porque son una muestra de cómo el tiempo pasa en nuestras vidas. Cada año las enseñanzas son las mismas, pero nosotros cambiamos y por ende nuestro acercamiento a ellas es distinto. En cierta medida son testimonio de nuestro crecimiento, nuestro caminar por el mundo y el desarrollo de nuestra visión; de nuestra vida. Y aunque las acciones que hacemos permanecen, al igual que los símbolos que las acompañan, nuestra mirada hacia ellas a cambiado y por ende siempre podemos enunciarlas de una forma nueva; en todo momento abren caminos no explorados frente a nuestros ojos.

En unos días se celebra Sucot, la han llegado a llamar la festividad de la alegría o de la fe y junto con Sheminí Atzeret es la festividad que cierra el ciclo temporal de perfeccionamiento y encuentro que empieza desde Rosh Hashaná. Es una festividad que dura siete días, en la cual construimos una estructura con techo natural, o más bien sin techo fijo, a la cual llamamos sucá y en la cual vivimos esa semana. En un sentido metafórico imita las tiendas que el pueblo de Israel usaba al cruzar el desierto y las nubes de gloria con las cuales D-os los guiaba. La idea es que a través de habitar la sucá una semana reproduzcamos en nuestro presente la realidad que ellos vivían: el contacto cercano e íntimo con D-os al tomar conciencia de que estamos rodeados de Su Presencia, la fe que se fortalece al depender y poder ver con nuevos ojos a la naturaleza y la intemperie, la alegría de la convivencia comunitaria, entre muchas otras cualidades particulares de la festividad.

Al igual que Yom Kipur y Rosh Hashaná nos reta a superarnos y también se le considera tiempos de teshuvá (enmienda), pero lo hace a través de la aceptación: nos invita a conocernos, a sentir la alegría de la paz interna y del contacto con el mundo. Viene justo después de Yom Kipur el día que D-os nos perdona porque es el momento en que más cerca estamos de D-os, en que más en tranquilidad con quienes somos tenemos. Las siguientes son algunas reflexiones que tuve a lo largo de este año, pero que la festividad me inspira a reforzar. Personalmente considero que me ayudaron mucho en mi crecimiento emocional, espero sean de utilidad.

Sucot y algunas reflexiones

Siempre te tienes a ti

Algo que me encanta de Sucot es la paz y la tranquilidad que se sienten al pasar la tarde en la sucá. El salir de tu casa y encontrarte en ese espacio un tanto desprotegido y nuevo te obliga convivir contigo, y a buscar estar cómodo con tu propia persona y soledad. Te enseña a hacer tuyo ese nuevo lugar que construiste, aunque sea sólo temporalmente. Te hace ver cuánto todo lo que tienes te es ajeno: te pueden quitar todo, durante una semana lo dejas todo y te vas a una choza, pero te encuentras a ti; y no importa qué suceda, qué vivas, qué pierdas siempre te vas a tener a ti.

D-os está en todas partes

Otro aspecto que me gusta mucho de Sucot es que te recuerda lo accesible que D-os es para el hombre. La sucá se hace donde uno quiera: en un descampado, en el balcón o el patio de tu casa, en el jardín del templo, en la plaza; incluso he conocido quien lo hace en el estacionamiento del edificio. No importa donde lo hagas la sucá adquiere la santidad del Bet Hamikdash (Tabernáculo) y se considera que la Presencia Divina se encuentra dentro de ella.

Es un símbolo hermoso porque nos recuerda que D-os está en todas partes: la estructura de la sucá es sumamente sencilla, lo que nos hace percibir la Presencia Divina es nuestra disposición a verla, nuestra disposición a tener ese encuentro. Salir de nuestras casas e irnos a una estructura con techo abierto también nos pone en contacto con el mundo, con la naturaleza, con la intemperie, nos ayuda a ver a D-os en los elementos más sencillos que tenemos en nuestra vida.

La importancia de los límites

Otro aspecto bello de Sucot y las tradiciones es que es uno quien marca y construye los límites de su sucá. Hay un tamaño mínimo que la sucá debe tener para ser considerada propicia. Así mismo existen ciertas condiciones con las que deben cumplir las paredes, sin embargo, éstas son muy sencillas se pueden hacer con cuerdas o palos. Al final en la construcción de la sucá como tal es uno quien delimita el espacio. Esa delimitación es importante para poder habitar la sucá y cumplir con el sentido de la festividad. Si bien no tenemos techo, no estamos completamente abiertos ante el descampado; tenemos paredes que nos protegen, que nos rodean, dentro de las cuales podemos actuar. Para mí es el mejor ejemplo de la importancia de los límites; para poder actuar en el mundo necesitamos designar espacios, acciones y tiempos donde podamos actuar libremente; elementos que separan las cosas y que nos protegen.

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