Enlace Judío – Una de las cosas que más me gustan de creer en D-os es que la vida toma un sentido nuevo cada vez que refuerzo mis creencias. Cuando uno ve los eventos a través de los ojos de la Unidad y no a través únicamente de la casualidad el mundo se llena de metáforas y el mismo evento puede tomar más de un significado o sentido. En cualquier tradición o religión al hacer análisis histórico de los eventos que llevaron a una situación social o política siempre hay dos formas de verla: desde los ojos de la mística, es decir el significado que esto tiene en nuestra vida, la forma en que D-os se manifiesta y el aprendizaje que hay para el hombre; o desde los ojos de la historia: las causas políticas que llevaron a ese evento, los fenómenos sociales que lo rodearon. Las dos son válidas y las dos ofrecen una riqueza enorme a quien las observa y estudia. En el judaísmo suelen tomarse las dos, incluso suele haber disciplinas enteras (como la Cabalá) que se dedican a a unirlas y explorarlas.

Janucá es una festividad que se presta fuertemente para ambos tipos de análisis, pues es en esencia una festividad que habla de un conflicto bélico documentado históricamente. Sin embargo, el enfásis se hace en el significado del mismo y en un milagro que ocurrió en dichos tiempos más que en los procesos políticos que llevaron a ello. Aún así hay formas de ver como ambas lecturas se entrelazan, como el suceso tuvo causas históricas y al mismo tiempo el resultado de las mismas son muestra de la Presencia divina en el actuar del hombre. Casi cualquier evento religioso judío puede ser visto con esta doble mirada cuando se hace un análisis correcto y sincero de las fuentes. La siguiente clase de rab Yaakov es un ejemplo sobre cómo una misma pregunta puede ser contestada desde ángulos distintos y la riqueza que la conjunción de interpretaciones trae. Habla sobre la presencia de Janucá en la Mishná, responde a la pregunta de por qué Janucá es la única festividad judía que no tiene un tratado a su nombre.

Janucá en la Mishná

La pregunta que el rabino expone primordialmente es por qué Janucá siendo la festividad más larga del judaísmo y teniendo un papel tan central en la tradición judía tiene una mención mínima dentro de la Mishná. Para todas las festividades existe un tratado que las explica las reglas que las componen, su significado y los símbolos que las rodean, pero Janucá es sólo referida, la Mishná la menciona únicamente de manera tangencial cuando habla de ayunos (está prohibido ayunar en Janucá) o de las primicias. Ni siquiera hay un capítulo dedicado a ella. Se exploran cuatro respuestas que han sido dadas por distintos comentaristas, tres se remiten más a una situación circunstancial, ajena a la festividad y una que le da un sentido muy profundo a esa ausencia y habla del simbolismo presente en la misma. Cualquiera que sea el caso, fue la decisión activa de rabí Yehuda HaNasi, el compilador de la Mishná, de activamente no incluir a la festividad.

Tres posibles respuestas

La herencia histórica de los macabeos

La primera respuesta se remite al origen de los macabeos como familia sacerdotal. Históricamente el gobierno judío se dividía entre la casta sacerdotal y la casta monárquica, unos se dedicaban al templo y otros a la corona; en principio no podían tomar el poder del otro. Los macabeos fueron los primeros en romper este mandato, pues pertenecían a la casta sacerdotal y tomaron el poder del gobierno también. Las fuentes judías condenan ese error, por un lado se reconoce la gran entrega, de la familia de los macabeos a el pueblo judío; se reconoce que fueron excelentes gobernantes y se dice que fue gracias a ellos que la Torá pudo ser salvada y a ellos les debemos toda la Torá presente, pero por el otro lado se condena la concentración de poder en tan pocas manos. Dado a ese error la familia tuvo un destino fatídico, murieron todos a manos enemigas, y la última descendiente terminó por saltar de un techo.Una postura es que Janucá no fue incluida en la Mishná por las tragedias que vivieron los macabeos, rabí Yehuda HaNasí no quería remarcar esa historia.

Otra postura que también se refiere al origen hereditario de los macabeos propone que rabí Yehuda HaNasi abiertamente excluyo a Janucá de la Mishná por una pugna familiar, pues el pertenecía a la casta monárquica, al origen de David, mientras que los macabeos pertenecían a la de Benjamín.

La popularidad de la festividad

Otro argumento incluye el por qué otras mitzvot con gran importancia no fueron incluidas. Por ejemplo no encontramos dentro de la Mishná las leyes para el uso de los tefilín, de la escritura de un sefer Torá o de la mezuza, todas ellas se encuentran explicadas dentro de la Guemará. La razón que se da es que eran mitzvot tan populares y conocidas por todos los judíos que no era necesario escribirlas o incluirlas. Se asume que Janucá igualmente era tan popular que sus reglas y significados no necesitaban ser escritos

La persecución de los romanos

Otra postura se refiere al carácter político de la festividad y al momento en que la Mishná fue escrita. Judea estaba bajo posesión romana, había grupos judíos con fuertes lineamientos políticos. Los romanos temían que fueran a organizar una rebelión o levantamiento armado. Por ello mismo los escritos eran intervenidos por el gobierno y censurados. Quienes compilaron la Mishná sabían que el escrito iba ser leída por una corte romana y en caso de ser censurada, se perseguiría a quienes la poseyeran, es lógico pensar que rabí Yehuda HaNasi y los compiladores quisieran eliminar de la Mishná, cualquier referencia al Mesías, cualquier pasaje que insinúe una posible rebelión. La historia de Janucá sin sus significados místicos habla de una rebelión contra el poder reinante, de el momento en que se recuperará el gobierno judío autónomo de cualquier otro poder.

Janucá y la Torá oral

La última razón alude a la naturaleza misma de Janucá y el rabino la usa para explicar un pasaje de la Guemará. A Janucá se le llama la tradición oral de la Torá oral. La Mishná tuvo que ser escrita para que no se perdiera la tradición judía, sin embargo, su escritura siempre ha sido vista como una tragedia. Hay cierta vitalidad que se pierde para siempre en el momento en que uno trata de traducir una tradición oral al formato escrito. Se piensa que por eso mismo hubo cosas que rabí Yehudá HaNasi decidió dejar sin escribir, precisamente para que no se perdiera por completo la parte oral de la tradición oral.

La Guemará cuando habla de Janucá y Purim le llama a Ester el ocaso de los milagros, no porque ya no ocurrieran milagros después del milagro de Purim, la misma Guemará resalta el milagro de Janucá, pero también remarca el hecho de que el milagro de Janucá no iba a poder entrar en el canón del Tanaj y no iba a poder ser escrito. En varias fuentes se nos dice que la luz de las velas representa precisamente la fe, el conocimiento de los sabios y la luz de la tradición oral. Y es la tradición la que le da vida cada año.

En esta interpretación se juntan una lectura histórica de la tradición y una mística. Pues es la situación histórica (los romanos, la posible desaparición de la tradición oral) la que empuja a rabí Yehuda HaNasi a darle un sentido especial a Janucá y evitar su escritura en la Mishná; pero es una lectura mística la que nos da una razón a por qué D-os permitió que los eventos se desarrollaran de esta manera, la que le asigna a la falta de escritura un carácter nuevo a Janucá.

Purim es el ocaso de los milagros revelados tanto en físico como en papel, mientras que Janucá permanece como el estandarte de la fe a través de la tradición oral. Es la luz que se expande en la oscuridad, la imagen de la creencia en la divinidad que parte de un desconocimiento.