Enlace Judío – Para sorpresa de no pocos, el presidente Herzog se presentó hace algunos minutos en todos los medios con breves palabras que gritan ¡basta!

Una y otra vez: ¡Basta!

Basta de frases vacías y de diálogos parlamentarios que conducen a la muerte de la democracia.

Basta de presuntas reformas que implican el fin de una democracia por la cual luchamos durante años, sin revelar fatiga alguna.

Basta, quiso gritar, de innecesarios viajes al extranjero para platicar con una política italiana celebrada por su pasado y por su retórica fascistas.

Basta, me permito decir, de incurrir en gastos inútiles, con un costo de 2,000 dólares por habitación multiplicado por sesenta para los funcionarios que acompañan a la pareja Netanyahu.

Basta ya cuando masivas manifestaciones se verifican en todos los rincones del país y que ya implican el despido de celebrados aviadores que no pocas veces arriesgaron sus vidas en atrevidos vuelos.

Y basta con el ministro Ben Gvir que despidió hoy sin consulta alguna al jefe de la policía en Tel Aviv, una figura conocida por su tolerancia y generosidad.

Me emocionó: pálido de rostro, con traje arrugado, con triste voz, el presidente Herzog movió las fibras íntimas de quienes lo escuchamos y vimos.

¿Hasta cuándo? ¿Hasta dónde? En silencio y con gritos es la voz que hoy recorre las ciudades de mi país.

¿Serán escuchadas?

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