Netanyahu no está siendo invitado, no solo a Estados Unidos, sino tampoco a Abu Dhabi, a Emiratos. Y eso es grave”.

“Creo que Netanyahu se equivocó, en su anterior gobierno, cuando apoyó a los republicanos y repudió a los demócratas”

“El día en que normalice relaciones con Arabia Saudí, se abre a Israel un cuarto de la humanidad”.

“El mundo árabe se siente huérfano en este momento, sobre todo en el Golfo porque, por un lado, Estados Unidos quiere irse de esta región y, por otro lado, Israel está ocupada con sus propios problemas”.

“El día en que empiece una normalización formal con Arabia Saudita se abre de par en par a Israel de todo el mundo musulmán. Estamos hablando de 1.900.000.000 de personas, casi un cuarto de la humanidad.”

Enlace Judío México e Israel – Protestas masivas, alejamiento de la Casa Blanca y nuevas alianzas entre sus socios árabes e Irán forman parte del complejo panorama político que vive Israel desde que su primer ministro, Benjamín Netanyahu, pretendió impulsar una reforma completa al poder Judicial. ¿Cómo se ve el panorama para el único país democrático de la región? 

La crisis política que vive Israel, azuzada por el repudio multitudinario a la reforma que el primer ministro, Benjamín Netanyahu, pretende hacer del poder Judicial, podría afectar no solo la vida pública de ese país sino también su relación con los países árabes que forman parte de los llamados Acuerdos de Abraham. Así lo han mostrado algunos mensajes provenientes de Emiratos Árabes y de la Casa Blanca.

 

Cuando se le pregunta cómo ve el panorama, el periodista y autor Henrique Cymerman responde, con ironía, “mi bola de cristal está un poco turbia”. Pero luego se anima a poner sobre la mesa los elementos que desde su posición de privilegio es capaz de percibir. Lo hace en una entrevista exclusiva que concede a Enlace Judío, que se ha acercado a él en busca de respuestas en un tiempo de incertidumbre.

Preocupa a los países del Golfo que Netanyahu haya perdido el control del país

Uno de los artífices de los Acuerdos de Abraham, en cuya manufactura ha trabajado desde hace 12 años, Cymerman es también el fundador de la Cámara de Comercio e Industria Israel-Países del Golfo. Frecuente interlocutor de los líderes árabes que integran la región, el analista habla con prolijidad sobre las tensiones que han suscitado entre los incipientes socios israelíes algunas de las decisiones (e indecisiones) del actual gobierno israelí.

“Ellos, cuando observan lo que ocurrió en Israel en los últimos tres meses, no entienden absolutamente nada. No es que nosotros entendamos, pero es que a ellos de alguna manera les preocupa. Les preocupa varias cosas.”

“No les preocupa la democracia porque no hay democracia en Oriente Medio, pero sí les preocupa el que no haya un jefe, alguien en Jerusalén que sea una persona que además esté invirtiendo en la continuidad de los Acuerdos de Abraham”.

Según Cymerman, a los jefes del mundo árabe les intriga el hecho de que, para Netanyahu, la reforma al poder Judicial sea tan prioritaria y que, en cambio, el tema de la continuidad de los Acuerdos de Abraham haya pasado, en apariencia a un segundo plano.

“Da la impresión que la sociedad israelí está hirviendo, con cientos de miles de personas por la calle, y eso es lo único que ocupa el gobierno. En eso, Ben Gvir, (Bezalel) Smotrich o Simcha Rotman, son una jaqueca para los países árabes, porque les preocupa:

‘¿Será que Netanyahu perdió el control del país?’ ‘¿Será que Netanyahu deja de ser una figura con la que podemos hacer business e ir adelante en todo esto, en el tema de los Acuerdos de Abraham?’.”

Pero, además, “les preocupa mucho la crisis entre nosotros y la Casa Blanca; el que en este momento Netanyahu no sea invitado a la Casa Blanca. Nunca ocurrió en la historia de Israel, yo creo, que un primer ministro israelí tardase tanto tiempo en ser invitado a la Casa Blanca. Y anteayer Biden fue muy brusco y lo dijo muy claramente: ‘Por ahora no invitamos a Netanyahu’. O sea que hay aquí una situación”.

“La importancia del vínculo que tenemos con Estados Unidos es muy grande para la forma como nos ve el mundo árabe.”

Como siempre, Irán es un actor que juega como una sombra en la región. Una amenaza silenciosa y permanente que contribuye a tensar y destensar los hilos en el intrincado tablero internacional del juego político.

Ante la reanudación de relaciones entre Arabia Saudita y el país de los Ayatolas, ¿es esta noticia un motivo legítimo de preocupación para Israel?

“En Oriente Medio”, advierte Cymerman, “no se puede leer la realidad geopolítica con gafas de Occidente. Y cuando lees con gafas de Occidente ‘Wow! Los sauditas se venden a Irán’, no es bien así. La realidad es un poco distinta. La decisión saudí… Yo estuve allí a final de enero y estuve en Riad y mantuve contactos con ministros y me dijeron que existía esa posibilidad.

“De hecho, nadie se acuerda, pero quien  reanudó relaciones con Irán en primer lugar fue Emiratos Árabes Unidos, nuestro principal aliado. Ellos hace seis meses establecieron relaciones con Irán y eso no afecta en lo más mínimo la relación profunda y estratégica entre Emiratos y Israel”.

La complejidad no asusta a Cymerman. La abraza desde su profundo conocimiento de un mundo que el resto de los mortales solo percibimos a través de los sesgos. “Cuando estás en la jungla, tú no puedes ser blanco y negro. Tienes que unirte con unos para unas cosas y destruirte de otros para otras cosas. Puedes perfectamente mantener relaciones diplomáticas con Irán para poner fin a la guerra en Yemen —que esa es la gran prioridad de Arabia Saudita—, por un lado, y puedes mantener un vínculo con Israel y seguir un proceso de normalización con Israel”.

En opinión de Cymerman, “la decisión del príncipe Mohammad Bin Salman, un hombre joven, 36, 37 años, lleno de testosterona y con mucha ira hacia las críticas norteamericanas a Arabia Saudita, fue una tarjeta amarilla, como se dice en futbol, a Estados Unidos. Israel tiene poco que ver en esta historia.

“O sea, ellos  (Arabia Saudí) ven a Israel como una apuesta estratégica para el futuro, pero al mismo tiempo dicen: ‘bueno, ya que estamos solos, ya que Estados Unidos no nos da la atención que nos daba en el pasado, ya que Estados Unidos está ocupada con China y con otras cuestiones, vienen los chinos y nos proponen traer este acuerdo, ¿por qué no?’.”

Así que, si bien “no es un motivo de alegría para Israel de ninguna manera”, parece que “tampoco es un motivo de duelo y de rompernos las vestiduras. Es algo por el medio. Hay que estar atentos, hay que seguir los próximos pasos que pueden darse. Hay que multiplicar la relación y profundizar la relación con Arabia Saudita, pero de ninguna manera es un Apocalipsis y el fin de los Acuerdos de Abraham.”

Tanto Netanyahu como Yair Lapid se han culpado el uno al otro por la decisión de Arabia Saudita. Sin embargo, “ya lo dijo una vez Henry Kissinger, dijo que en un país como Israel no existe política exterior. Todo es política interior. Y lo que diga Netanyahu, lo que diga Lapid, lo que diga Benny Gantz es ante todo para consumo interno. Pensando ya en las próximas elecciones, en ganar algún tipo de capital político”.

Según Cymerman, “lo importante de verdad es que hay que analizar con frialdad lo que ocurrió, sacar conclusiones e intentar corregir.

“El mundo árabe se siente huérfano en este momento, sobre todo en el Golfo porque, por un lado, Estados Unidos quiere irse de esta región y, por otro lado, Israel está ocupada con sus propios problemas”.

“No puede ser, no nos lo podemos permitir. Tenemos un momento histórico. Realmente Israel tiene que sacar partido de ello”.

Y la manera de hacer es “invirtiendo en los vínculos con los gobiernos del mundo árabe, sobre todo con los países con los que aún no tenemos relaciones, como son Omán y Kuwait y Qatar, y desde luego, el gigante del Golfo, Arabia Saudita, el lugar de Meca y Medina, el lugar más importante para el mundo musulmán y a la vez el principal productor de petróleo del mundo.

Quiero decir que tenemos que continuar este flirteo que lleva un proceso de normalización para el futuro. Tenemos que profundizar las relaciones a nivel estratégico, a nivel militar y económico en todos los aspectos para preparar el futuro.

Porque el día en que empiece una normalización formal con Arabia Saudita se abre de par en par a Israel de todo el mundo musulmán. Estamos hablando de 1.900.000.000 de personas, casi un cuarto de la humanidad.”

Sangre (real) fresca

Henrique Cymerman, que viajará la próxima semana a Emiratos Árabes y a Arabia Saudita, es cauteloso al responder sobre sus actividades en esos países. Dice que va a “pasear”, pero una elocuente sonrisa lo delata. Al final, debe admitir que “Sí, bueno, sabes, voy a hacer todo lo que pueda, pero es un viaje (que realizaré) en un momento muy particular”.

Respecto al nombramiento como príncipe heredero que hizo el presidente de Emiratos de su hijo, Khaled Bin Zayed, Cymerman no tiene sino buenas opiniones. Dice sobre el nuevo líder que es “uno de los principales estrategas de Oriente Medio. Curiosamente, poca gente le conoce, poca gente sabe la importancia que este hombre tiene”.

Para ejemplificarla, nos cuenta que “fue él que inventó a Mohammed Bin Salman en Arabia Saudita, por ejemplo, que convenció al padre a pasar el poder al hijo y no a su hermano Mohammad Bin Nayed, que era el ministro del Interior. Y hubo ahí un cambio muy grande, pasando el poder a un tipo que era ministro de Defensa, con 26 años, con 27 años. Ese era un cambio generacional vertiginoso”.

Se trata de un país, Arabia Saudita, donde “70% de la población tiene menos de 30 años, y que la mayoría de los reyes y príncipes herederos tenían 60, 70, 80.

O sea que fue un cambio brutal, que fue muy aplaudido por la juventud en Arabia Saudita, que es quien manda hoy en día en el país y por lo tanto lo que está haciendo Mohammad Bin Zayed, en general, yo creo que es notable y espero que algún día él reciba los laureles que le toca”.

Y continúa: “realmente es un hombre que está haciendo, en la última década, un trabajo fuera de serie, porque él vio, como me dijo él una vez, me dijo:

“‘¿Por qué crees tú, Enrique, que estamos apostando de esta manera en Israel? Porque nosotros queremos encontrarnos en el 2050, dentro de casi tres décadas, con una región totalmente distinta, y creemos que este vínculo con Israel puede llevarnos a ello. Entonces apostamos por Israel’.”

Mucho menos joven y también menos cercano, tanto geográfica como políticamente, es el actual presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quien no ha mostrado ninguna simpatía hacia el actual primer ministro israelí, luego de que este retomara el poder, en medio de una turbulencia política que no parece tener fin. Respecto a esta tirante relación, Cymerman se muestra preocupado.

“Creo que Netanyahu se equivocó, en su anterior gobierno, cuando apoyó a los republicanos y repudió a los demócratas”

Eso fue la primera vez que ocurrió algo así en la historia de Israel. Ningún líder, incluso de Likud, había hecho algo similar. La política partisana era una ley en Israel. Mantener buenas relaciones con todos. Y cuando él apostó por Trump de esta manera, yo creo que ahí se equivocó, porque más tarde se sabía que podían volver los demócratas”.

Y volvieron. Quizá por eso “lo que vemos es una relación un poco más lejana, un poco más fría”. Pero, además, “yo creo que hay un gran enfado en Estados Unidos, en este momento, en relación a Israel, por el tema de la reforma judicial.

Hace unos días vino aquí el secretario de Defensa de Estados Unidos. No pudo ir a Jerusalén porque estaba todo bloqueado. Entonces se reunió con Netanyahu y con el ministro de Defensa Gallant en el aeropuerto. Y cuando Netanyahu vino y le empieza a hablar de Irán, que es el único tema realmente que a Netanyahu le interesa y casi le obsesiona, la respuesta del secretario norteamericano fue: ‘señor Netanyahu, yo vengo aquí con el mandato de hablar con usted sobre los valores que nos unen, sobre la democracia. Eso, ante todo. Luego hablaremos de Irán y de otras cosas’.”

Esta frase podría encender las alarmas para quienes han minimizado el posible impacto de las reformas propuestas por Netanyahu a un sistema que, hasta ahora, se erige como la única democracia de Medio Oriente. Su principal socio histórico está viendo con recelo las propuestas. Quizá por ello, y por las multitudinarias protestas callejeras, “Netanyahu suspendió la reforma, pero no está claro qué va a pasar”.

Netanyahu consiguió dividir a la oposición

Para Cymerman, Netanyahu consiguió “poner a la oposición en una situación embarazosa. Yo no sé si este sábado por la noche vamos a ver el mismo número de manifestantes que vimos anteriormente. Creo que no, creo que veremos menos. De alguna manera logró dividir a la oposición, pero bueno, ganó tiempo, no más que eso. Yo creo que después de Pésaj, después del Día de Independencia de Israel, el 25 de abril, volveremos al principio de toda esta historia”.

Reformas, sí; revolución, no

El analista admite que una reforma al poder Judicial es necesaria para un país que ya cumplió 70 años y que quiere llegar a la centena con buena salud. Sin embargo, “no puedes llevar a cabo una revolución judicial, cambiar todas las reglas del juego sin que haya un acuerdo del sector mayoritario de la sociedad.

“Y creo que aquí hubo mucha arrogancia por parte del gobierno de Netanyahu y sobre todo de su entorno”.

Tras su triunfo electoral, los aliados de Netanyahu cayeron en lo que Cymerman piensa como “una sensación de triunfalismo”. Sin considerar que dicho triunfo fue marginal y circunstancial. “Es verdad, ganaron y tienen derecho a gobernar. Pero no tienen derecho a cambiar las reglas del juego”, opina.

Como contexto, Cymerman dice que “Israel es el país democrático que tiene más activismo del Tribunal Supremo en la vida política. Porque no tenemos Constitución, porque tenemos solo una cámara parlamentaria, porque tenemos cuatro tribus en Israel, los cuatro grupos sociales, que cada uno está en su mundo. Es necesario una intervención más alta que en otros lugares del Tribunal Supremo para asegurar los derechos, las libertades, los derechos humanos, etcétera”.

Sin embargo, el poder Judicial puede haber intervenido un poco de más. “Quizás se ha exagerado y creo que sí, que hay que retocar algunas cosas, pero no llevar a cabo una revolución bajo ningún concepto”.

“Hacer una reforma, sí, pero en ningún momento debilitar uno de los poderes y someterlo al poder Ejecutivo, al gobierno. El gobierno no puede controlar el poder Judicial en una democracia y hay que mantener la separación de poderes”.

También podría necesitarse una constitución.

“Yo creo que aquí hay dos soluciones (…): a corto plazo, hay que hacer una reforma que sea aceptada por la mayoría de la sociedad israelí y si se puede hacer manteniendo el sistema democrático y la separación de poderes. En segundo término, hay que pensar que llegó el momento, a los 75 años, ya una señora mayor, tenemos la obligación de tener, de fijar las reglas del juego para los 80, los 90 y los 100 años, y por lo tanto hace falta una Constitución que, en mi opinión, debe estar basada en la Declaración de Independencia de Israel, que es la Magna Carta de Israel y que es un documento extraordinario”.

La solvencia de Cymerman para desglosar y entender el panorama geopolítico de la región parece deslumbrante. Sin embargo, el también escritor se niega a hablar de sí mismo (o de otros) como un experto. “Yo soy un estudioso. Yo aprendo cada día”. Y sobre cómo ha logrado ganarse la confianza de sus interlocutores árabes, dice que “hay que ser honesto con la gente. Si tú eres honesto, ellos te respetan y eso es lo más importante de todo”.

También es moderadamente optimista respecto al futuro de los Acuerdos de Abraham, aunque el motivo de su optimismo diste de ser romántico:

“Creo que todo esto está basado no en amor, sino en intereses. Y los intereses han cambiado. Pero hay que trabajar, hay que trabajar muy duro. No es el maná que nos va a caer del cielo. Hay que trabajar cada día”.

Su optimismo se enfoca en el mediano plazo, pues en el inmediato, el analista no ve mucha luz.

“Tengo mucho miedo porque tengo la impresión que el gobierno actual no le dedica lo suficiente a los Acuerdos de Abraham, (sobre los) que el propio Netanyahu me dijo muchas veces ‘son el mayor cambio estratégico’.

Y yo le dije a Netanyahu: ‘Esta es la segunda independencia de Israel. O sea que hay que trabajarlo muy en serio’.Y él me dijo:  ‘Sí, sí, sí, tienes toda la razón’. Infelizmente, no estoy viendo que eso ocurra por los motivos que estamos viendo.

Netanyahu no está siendo invitado no solo a Estados Unidos, sino también a Abu Dhabi, a Emiratos. Y eso es grave. Creo que él debería de invertir todos sus esfuerzos en ese sentido y no solamente en las cuestiones internas de Israel.”

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