Enlace Judío – “Si no soy para mí, ¿quién lo será? Si sólo soy para mí ¿qué soy?” Así nos dice el Pirkei Avot (Dichos de nuestros padres) y podría decirse que en esa afirmación se encuentran resumidas muchas de de las premisas judías. Sin embargo, lo más importante yo diría es que muestra al judaísmo como una relación con el mundo, más que simplemente un manual al que seguir. Estamos acostumbrados a escuchar que las mitzvot, (los mandatos), son órdenes, y a verlas desde el lugar del deber. Sin embargo, difícilmente nos preguntamos que implica realmente un deber o si una orden necesariamente anula la voluntad del que la recibe.

Los jasídicos resaltan que la palabra “mitzva”, aparte de ordenar, también viene de la palabra “tzavat” que significa unión o cercanía. Observan a la Torá y sus mandatos no sólo como premisas éticas que debe ser cumplidas, sino como una forma de acercarse al mundo que los rodea; una forma de establecer contacto con D-os y de crecer. Pues en realidad la mitzvá más que una orden es una forma de relación con el mundo: una acción.

El existencialismo plantea que la manera en que actuamos indica la relación que establecemos con el mundo. Cualquier acto es en sí mismo un enunciado, es decir con cada acción que hacemos o dejamos de hacer le estamos diciendo al mundo lo que pensamos de él y la disposición que tenemos a recibirlo. Las mitzvot en ese sentido son la forma en que nos enunciamos frente al mundo.

Tradicionalmente las dividimos en aquellas que son del hombre con el hombre (el prójimo), del hombre con el lugar (D-os) y del hombre consigo mismo. Al dividirlas así, la tradición judía remarca claramente la condición de relación que se establece en su cumplimiento, pues la acción no es simplemente una acción aislada, sino se incluye el contexto bajo la cual se lleva a cabo. La forma de explicarlas las pone desde el inicio en relación a algo más, la regla no se sigue por la regla, sino existe en relación a uno mismo, a D-os o a al prójimo.

Bajo está visión la obligación y el deber pueden venir desde un lugar muy distinto al que estamos acostumbrados. Existen desde el gozo, desde aquello con lo cual nos relacionamos en su cumplimiento, aquello que enunciamos desde el cariño y el encuentro. Estamos obligados por el amor al ente con el cual cumplimos, por aquello que produce en nosotros mismos al encontrarlo, no en sí porque faltar a la regla sea malvado en sí mismo. El deber puede también ser una relación de amor.

Así y sólo así concibo yo la justicia social de la que tanto se habla y el concepto judío de responsabilidad social al que estamos obligados bajo la idea de tzedaka.

Tzedek, la responsabilidad social como regalo

El concepto judío de “tzedek” implica el orden que construimos como sociedad, es la traducción más cercana que tenemos a “justicia”. Sin embargo, también incluye la idea de compasión. Básicamente nos dice que tenemos responsabilidad sobre el mundo que nos rodea, y es nuestra obligación responder a él.

No separa entre el pobre y el rico, pues quien no tiene bienes materiales igualmente es responsable de la sociedad que lo rodea, igualmente tiene mucho que aportar a la comunidad que lo rodea. Como tal es responsable de darlo, de darse al mundo.

Muchas veces no vemos la bendición que es poder hacer eso, porque no vemos aquello con lo que nos conecta. A veces nos enfocamos tanto en la miseria del mundo, en el dolor de la crueldad, en el egoísmo y el deseo que tenemos de combatirlo que se nos olvida la posibilidad de construir. El enorme regalo que implica ser parte de una sociedad, la belleza de compartir, de no estar aislado y ser un ente solo en el mundo. La palabra “cruel” en hebreo proviene de “frialdad”.

La justicia social, el responder, en el fondo nos da una conexión muy profunda con el mundo que nos rodea y nos ayuda a ser parte de una historia; nos abre paso hacia la humanidad. El hecho de que se enuncie desde el lugar de una obligación nos recuerda que el decidir hacerlo no nos hace superiores ni mejores, sino que es lo que se espera de uno. Al mismo tiempo se enuncia como una gran oportunidad de ver y recibir el mundo que se presenta frente a nosotros.