No pocos participantes y observadores, me incluyo entre ellos, de la presente realidad israelí anticipan que si el gobierno de Netanyahu cambia o bien reitera las normas respecto al servicio militar de los jóvenes formados en los medios religiosos-ortodoxos, sus resultados pondrán a prueba la estabilidad y capacidad defensiva de nuestro país.

Un asunto que la presente coalición gubernamental deberá atender en los próximos días.

El ministro de Defensa Yoav Gallant ya adelantó su postura: el servicio militar es deber y obligación de todos los ciudadanos incluyendo drusos y otras minorías. Y no por azar puso acento en el sector religioso-ortodoxo de la población que hoy representa el 17 por ciento del total y que llegará al 22 en la próxima década.

Un asunto ineludible cuando la actividad militar israelí en Gaza y en la frontera libanesa hoy exige casi la total movilización de los recursos disponibles en el servicio activo y en la reserva.

En estas circunstancias no pocos oficiales y soldados insertos en la sociedad civil ya conocen cinco y más meses de activa participación en los combates, un hecho que en no pocos casos implica la quiebra de sus empresas o el grave desempleo.

Ciertamente, la exención o fuga del servicio militar de la juventud religiosa- ortodoxa agravan esta situación.

Alrededor de 30 mil jóvenes de este sector lo evaden anualmente, o lo postergan sin límites, argumentando “el estudio de la Torá“. Un hecho que algunos miembros del actual gobierno y la amplia opinión pública hoy exigen modificar.

En este escenario, Gantz ya ha anunciado que abandonará su puesto si Netanyahu se rinde a los intereses de los miembros nacional-religiosos de la presente coalición, y tal vez Gallant siga su ejemplo.

Cabe anticipar en estas circunstancias que el cambio o no de las reglas que hasta aquí han normado el limitado o nulo servicio militar de la juventud religiosa-ortodoxa tendrá importantes resultados.

Si el gobierno resuelve corregir las normas vigentes desde 1949 en torno a la abstención del servicio militar de la juventud religiosa-ortodoxa, no pocos rabinos ya anticipan y predican el éxodo del país de jóvenes de este sector.

Y si el presente escenario no cambia es probable que no pocas familias seculares enviarán a sus hijos adolescentes, en un acto de razonable de protesta, a iniciar estudios universitarios en el extranjero.

Grave dilema que hoy pone en difícil y decisivo trance al gobierno de Netanyahu.


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