Enlace Judío México e Israel.- Rosh Hashaná es Yom Hadin, el día del juicio. En este importante día debemos percibir a la Sinagoga como una corte de Justicia. Sabiendo que cuando escuchamos el Shofar estamos aceptando a Hashem como nuestro Juez, y en ese preciso momento la Corte entra en sesión. Hashem examina los registros de nuestro proceder durante el pasado año, y debe decidir si merecemos o no merecemos una nueva oportunidad.

RABBI YOSEF BITTON

Nos queda por explicar ¿qué debemos hacer mientras escuchamos el Shofar y somos juzgados por Dios? ¿Pedir perdón? ¿Estar pasivos?

La respuesta no es afirmativa. Veamos.

En el proceso de Teshuvá, que formalmente dura 10 días, todo tiene su tiempo. Una vez terminando Rosh Hashaná comenzamos un periodo intenso de arrepentimiento, reparación y perdón al prójimo y a Dios, que concluye en Yom Kipur, “El Día del Perdón”.

Pero en Rosh Hashaná el pedido de perdón es prematuro. Ese día debo concentrarme en juzgarme frente a Dios. ¿De qué se trata el juzgarme frente a Dios? Maimonides habla de “despertar”. Verme no como normalmente me veo a mí mismo, sino de una forma objetiva y crítica, como me ve el Creador.

Esto no es fácil, ni natural. Porque cuando alguien me indica un error cometido, por lo general salgo a defenderme. Y lo hago bastante bien. Soy mi mejor abogado defensor.

Son raras las veces que uno escucha la crítica de un tercero y dice: «Sí, la verdad que tienes razón. No lo había pensado…». Nos cuesta abandonar nuestra opinión, aceptar nuestros errores y hacernos cargo. Somos muy leales a nosotros mismos.

El Shofar tiene que «movernos» de esta posición. Al escuchar el Shofar me tengo que despertar de mi ilusión de que soy perfecto y debo admitir en mi corazón mis errores (מהרהר בתשובה). A este primer paso, esencial para todo el proceso de Teshuvá se lo llama hakarat hajet, la “admisión de mis errores”. Este auto diagnóstico es demasiado serio como para tomarlo a la ligera. Tanto es así que Rosh Hashaná debe ser dedicado primariamente a este primer paso. Ya que es un prerrequisito para lo que vendrá después de Rosh Hashaná en los 10 días de Teshuvá y Yom Kipur: confesión, arrepentimiento, pedir perdón y resolver cambiar, etc.

Voy a ilustrar lo que debemos hacer en Rosh Hashaná con en breve ejemplo.

Uno de los valores más importantes en la vida judía es el «jesed», la generosidad, ayudar a otra persona. Al autojuzgarme debería preguntarme a mí mismo, por ejemplo: ¿He dedicado lo suficiente de mi dinero, de mi tiempo y de mi esfuerzo para ayudar a los demás? ¿Estuve presente cuando otros me necesitaban? ¿Cuánta gente me pidió ayuda y los ignoré? Y especialmente ¿a cuánta gente que necesitaba ayuda ignoré, sabiendo que no pedían ayuda por vergüenza? Cuando me enteré que alguien estaba sin trabajo ¿hice todo lo posible para ayudarlo? Cuando supe que alguien no tenía donde estar ¿abrí las puertas de mi casa? ¿Hice por los demás todo lo que Hashem esperaba de mí? Si Hashem fue generoso conmigo, y me concedió medios, salud, talentos ¿no estará esperando de mí que yo redistribuya lo que Él me dio con un poco más de generosidad?

No puedo “arrepentirme”, “pedir perdón” ni “decidir mejorar” si no hago una autoevaluación. Si salto este primer paso, hakarat hajet, en el mejor de los casos, mi Teshuvá va a ser superficial, y probablemente efímera.

Solo cuando examino en profundidad lo que hice, y especialmente lo que no hice, podría llegar a detectar por ejemplo, que mi problema en el área de Jesed es la “falta de sensibilidad”: tengo que aprender a tener más empatía con el que sufre, con el que no tiene, con el que me necesita.

Maimónides insiste en este punto: No solo tengo que corregir mis acciones, tengo que trabajar en mi personalidad y pulir mi carácter. El cambio de carácter (דעות, מדות) va a afectar automáticamente mi proceder.

El desafío de Rosh Hashaná es juzgarme mientras Dios me está juzgando. Tratando de verme como Él me ve. Y cuanto más real sea mi percepción de Su percepción de mí, menos espacio habrá para engañarme a mí mismo. Más objetivo será mi auto juicio y más efectiva será mi Teshuvá. Y viceversa.

 

 

 

Fuente: halaja.org