Enlace Judío México e Israel – La masacre de Jedwabne es uno de los episodios menos conocidos pero más aberrantes del genocidio perpetrado contra el pueblo israelita en Europa, durante la Segunda Guerra Mundial. 

LEYE SAMETZ DE WALERSTEIN

Al día de hoy han transcurrido 77 años de la masacre de Jedwabne. 19 años atrás, invitadas por el gobierno polaco, asistimos como familiares de los parientes cremados vivos, a la conmemoración del 60 aniversario de la terrible matanza de 1,600 judíos, perpetrada por sus vecinos polacos.

En la Plaza Mayor, en medio de miles de personas llegadas de todos los rincones de la tierra —Estados Unidos, Israel, México, Suiza y otros—, un día gélido, lluvioso, gris, entre paraguas, pancartas, banderas de Israel, tristeza y árboles gimiendo, nosotras, tres generaciones de judeo-mexicanas, Sara Sametz Grondowsky, mi madre, nacida en ese pueblo en 1922, Alejandra Walerstein, mi hija y la que suscribe escuchamos al presidente Alexander Kwasniewski decir:

“Este es el tiempo de inclinar nuestras cabezas y pedir perdón. Lo más importante es confesar la verdad histórica y decir, como corresponde, que pedimos perdón por lo que cometieron nuestros compatriotas”. Lo secundó el cardenal Yosef Glemp, primado de Polonia, quien declaró: “El magnicidio de judíos quemados vivos en Jedwabne por polacos es innegable”, pero matizó que aquella ceguera asesina no debía atribuirse a todo el pueblo polaco.

Las declaraciones desde entonces han creado un ambiente de tensión y controversias, sobre todo por la inscripción que debía llevar el monumento que se erigió para colocar en el granero donde fueron llevados a empujones, laceraciones, vejaciones, maltratados con infamias, niños, mujeres, jóvenes y hombres para ser sacrificados por bestias asesinas, monstruos desalmados que les prendieron fuego, que no se puede apagar y dejar descansar en paz a esas almas inocentes.

Muchos fueron los pogromos perpetuados en la misma región, pero en este lugar, en un día los vecinos liquidaron a toda la comunidad judía que había vivido ahí por tres siglos.

El conocimiento de ese desafortunado acontecimiento se debe a testimonios y fuentes bibliográficas. En 1980, el Rabino Julius L. Baker escribió el libro Yedwabne: History and memorial book (1). Reunió testimonios, comentarios, fotografías de todos los coterráneos en Estados Unidos e Israel, para perpetuar la memoria de nuestros mártires, como un tributo a aquellos que sobrevivieron, para que su agonía, sus ideales no sean olvidados.

En efecto, los asesinos no solo humillaron y mataron a sus víctimas, también deseaban borrar su memoria. Jan Gross, un investigador polaco, publica en 2001 su libro Neighbors: The destruction of the Jewish community in Jedwabne (2).

Basándose en:
1. Testimonio de un valiente sobreviviente: Samuel Waserstein.
2. Los documentos emanados de los juicios, en que a los perpetradores se les culpa de colaboración de las fuerzas de ocupación.
3. En el libro antes mencionado del Rabino Baker.

Aunque han surgido varias fuentes de información, hay que recalcar y subrayar con energía, la personalidad de Samuel Waserstein, que a pesar de haber sobrevivido durante dos años y cuatro meses junto con otras seis personas en un agujero debajo de una porqueriza, y ante los peligros de ser arrestado, tuvo el valor de dejar un testimonio sobre lo ocurrido en Bialystok en 1945, donde reveló cómo y quiénes perpetraron la masacre.

Samuel Waserstein tuvo que vivir con esa pesadilla y visiones infernales de gritos y dolor, agonía de cuerpos retorciéndose, consumidos por las llamas.

Su autobiografía publicada en 2001, La Denuncia (3) es un testamento espiritual que legó a su familia y a toda la humanidad para gritar fuerte “¡basta!”, para estar alerta, para evitar torturas, para que la injusticia no se repita.

A Samuel Waserstein qepd, también hay que agradecerle que haya salvado a las seis personas que estuvieron con él en el agujero, gracias a su cercanía con la familia de Antonina Wirzykowska, “Justa entre los justos”.

Jack y Lea Kubran, que emigraron a Estados Unidos, Moisés y Elsa Olzowics (4) emigraron a Argentina junto con un hermano de Moisés.

También salvó al mayor del grupo, Zrolke Grondowsky, nuestro tío, hermano de mi bobe Raquel Grondowsky de Remba (5), y quien tomó la decisión de quedarse en Jedwabne después de sufrir la pérdida de su esposa, Feiche Remba, hermana de mi zeide Boruj Itzjok Remba y de sus tres hijos: Abraham Aaron, Reuven y Emanuel.

No hay claridad si murieron en el granero o al huir los delataron y mataron. Zrolke vivió en duelo, en un infierno, porque no pudo salvar a su familia, a pesar de haber corrido a la iglesia a pedir que lo convirtieran al cristianismo, (está en preparación un artículo al respecto).

Jan I. Gross está demandado por el gobierno polaco por haber sacado a la luz su investigación.

(1) Yedwabner Societies in Israel, 1980.
(2) Jan I. Gross. Neighbours: The Destruction of the Jewish Community in Jedwabne, Poland. New Jersey, Princeton University Press,
2001.

(3)Samuel Waserstein Kahn, La Denuncia. San José, CR, Guayacan, 2001.
——. La Denuncia: La historia de una comunidad Judía borrada de la faz de la tierra. México, 2019.
(4) Leye Sametz de Walerstein. Jedwabne: Reconocimiento a la Masacre. Foro. Año 13(3) 2011:137-138.
(5) ——. Jedwabne: Rescatando Raíces y encontrando penas. Foro. Año 11(3)1999:172-181.

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Notas a fotos:

1. Ale Walerstein-Cheikka, Sara Remba Grondowsky de Sametz y Leye Sametz-Walerstein.

2. Jan I. Gross con Sara y Leye   3.Monumento erigido en el granero adonde cremaron a los 1,600 judíos. 4. Leye, Sara y Ale besando, colocando una piedra en el monumento. 5. Ondeando bandera de Israel en la Ceremonia en la Plaza Mayor. 6. Familia Zrolke Grondowsky con su familia en Jedwabne. 7. Samuel Waserstein a su visita a Jedwabne diciendo Kaddish con su nieta Haya. 8.Samuel Waserstein antes de salir de Polonia en 1945. 9. Samuel Waserstein con su esposa Raquel en Polonia en 1997. 10. Samuel Waserstein con Antonina. 11. Samuel Waserstein. 12. La Denuncia. 13. The Legacy of Jedwabne, película sobre Conmemoración e tomada por Slawomir Grunberg. 14. Pancarta con nombres de las personas cremadas.