Enlace Judío México e Israel – En una pequeña ciudad ucraniana, alrededor de 1876, Solomon Rabinowitz fue entrevistado por un rico terrateniente judío para el puesto de tutor en una casa privada. El potencial empleador quería principalmente saber si Rabinowitz había estudiado el pasaje bíblico sobre las hijas de Zelofehad. “Sí, en efecto sí, señor”, respondió el recientemente joven graduado de 17 años.

Por Rabino Moshe Pitchon

Lo que el magnate deseaba descubrir era si el joven Salomón sería el maestro apropiado para su hija y nietas: Rabinowitz consiguió el trabajo.

Diecinueve años después y durante los siguientes 21 años, escribiendo bajo el seudónimo “Sr. ¿Cómo le va? ” el una vez tutor, estableció su marca como uno de los más reconocidos escritores judíos modernos. Al componer lo que llegaría a ser su principal composición, el “Mark Twain judío” aplicó lo aprendido sobre las hijas de Zelophehad.

Para cuando los cuentos de “Tevye el Lechero” se convirtieron en el primer musical en la historia en superar las 3.000 representaciones bajo el nombre de “El violinista sobre el tejado, el legado del “Sr. Cómo le va”, “Shalom Aleijem”, quedó ampliamente establecido. Y con él, la reencarnación de las hijas de Zelophehad en las hijas de Tevye.

“El Violinista sobre el Tejado,” en efecto, comienza con Tevye exclamando:

“Tengo cinco hijas”, estableciendo así su conexión con Maala, Noa, Hogla, Milca y Tirsa, las cinco hijas de Zelophehad.

El hecho de que sepamos los nombres de cada una de estas cinco mujeres bíblicas es en si notable. El cuarto libro de la Torá hizo el poco común caso de no sólo nombrar individualmente a cada hija, sino que repitió sus nombres dos veces. De esta manera la Torá enfatizó que estas no son solo las hijas de su padre Zelophehad, sino en gran medida sus propias personas.

Este respeto fue ganado debido a su capacidad de planificar una acción oportuna y valiente presentándose ante lo que sería al equivalente hoy a la Suprema Corte de Justicia. Cada hija argumentó una razón diferente que cuestionó la injusticia que permitia que solo los hijos varones, y no a las hijas, heredaran de sus padres.

A pesar de su alarmante desafío a la tradición, cientos de años después los sabios judíos seguirían elogiando su motivación de establecer justicia, su sabiduría en la forma de presentar el caso y su capacidad para comprender el propósito de las leyes.

Su lección es que no es solo la justicia de una causa, sino el espíritu de solidaridad, la comprensión de la legislación y la forma en que esta es presentada lo que explica el cambio exitoso de situaciones legales que son injustas.

El mundo de Sholem Aleijem, como el de las hijas de Zelofehad y los otros muchos otros entre y después de ellos, enfrentaron condiciones inmorales, sino abiertamente odiosas. Las hijas de Zelofehad como las de Tevye enfrentaron estas circunstancias con sabiduría y la convicción de que su causa era justa.

Las hijas de Tevye reaccionaron ante las leyes que fomentaban la pobreza, la discriminación, la desigualdad, la división y la complacencia, con coraje y articulando con claridad los problemas a enfrentar.

Al comienzo del “Violinista Sobre el Tejado”, durante lo que se llama el Prólogo Musical, todos cantan “Tradición”. Pero ahí es donde el “Violinista Sobre el Tejado”, comienza, no donde termina.

Las hijas de Tevye, como las hijas de Zelofehad, como los judíos del siglo XXI, no establecen su conexión con el judaísmo debido a su antigüedad, sino que lo hacen en la medida que el judaísmo contiene ideas valiosas. El tipo de ideas a las que pueden suscribirse y con las cuales pueden confrontar las injusticias, muchas de las cuales son el resultan del cambio en los tiempos en que cada generación vive.

A la vez que el “Violinista Sobre el Tejado” canta “Tradición”, también canta “A la Vida”, “Lejayim”. El valor de la tradición radica solamente en su capacidad de fomentar vida. La tradición no es excusa para la preservación de un pasado que impide el futuro.


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