Enlace Judío – La tradición judía hace énfasis en el tratamiento de los migrantes. En la Torá, el mandamiento más repetido es el de tratar bien al extranjero, que se reitera en no menos de 36 ocasiones. Cuando la ministra del Interior Ayelet Shaked dice que desea mantener un Estado judío pero promueve la opresión de solicitantes de asilo al mismo tiempo, está cometiendo una incoherencia.

Durante los últimos meses, Shaked ha impulsado una medida en la Knéset que bloquearía el acceso a los servicios de salud de Israel a los solicitantes de asilo provenientes de Sudán y Eritrea, argumentando que así les impulsaría a regresar a sus países.

La propuesta viene en medio de tiempos difíciles para los 40,000 sudaneses y eritreos que residen en Israel. 80% de ellos perdieron su trabajo en la pandemia, causando una crisis de hambruna en sus comunidades. Además, la trata de niñas y mujeres eritreas se ha triplicado en los últimos 18 meses.

Su situación legal es complicada, pues la mayoría de los solicitantes de asilo se asentaron en Israel antes del 2005 y están protegidos por la Convención de Ginebra, por lo que no pueden ser deportados. Por ello, Shaked pretende “utilizar todos los métodos a su disposición para que ‘los infiltrados’ se vayan del país”.

Desde que llegó al gabinete del nuevo gobierno, ha usado el eufemismo de “regreso voluntario” para impulsar medidas dañinas en contra de los inmigrantes que, según Shaked, los empujarían a retornar.

Es importante recordar que los sudaneses y eritreos que están en Israel escaparon una situación de genocidio en sus países, por lo que, de ser deportados, estarían condenados a la persecución y la muere.

La última medida promovida por Shaked es la iteración más cruel de sus ideas y comentarios xenofóbicos. Es difícil imaginar algo tan atroz como pretender cortar el acceso a la salud de los más vulnerables de la sociedad para ganar puntos políticos. Aún más en medio de una pandemia. 

“El intento de Shaked de bloquear acceso a servicios médicos a los solicitantes de asilo les está costando su salud y sus vidas. Su oposición sólo se puede interpretar cómo crueldad a extranjeros y xenofobia. Es inconcebible cómo una persona se puede oponer a algo tan humano como la salud”,  manifestó la Organización No Gubernamental Médicos por los Derechos Humanos.

La buena noticia es que el Ministro de Salud, Nitzan Horowitz, está oponiendo toda la resistencia posible, amenazando con no pasar el presupuesto del año si se aprueba la medida. Asimismo, propuso un plan para que los solicitantes de asilo entren al servicio de salud de manera permanente y tengan seguro médico, que está a punto de aprobarse.

Hasta ahora, el ministro de Salud ha sido un crítico abierto de las ideas xenofóbicas de Shaked y otros en el gabinete: “La negligencia es inhumana. El Estado reconoce que los solicitantes de asilo viven en Israel, pero no les da derechos básicos”, dijo Horowitz, quien quiere que su ministerio sea visto como una insignia de la igualdad en Israel.

El plan de salud de Horowitz nos recuerda una lección básica: la xenofobia mata, pero gente con sentido humano en el poder puede contrarrestar y salvar vidas. El hecho de que su plan esté cerca de aprobarse es motivo de celebración. Igualmente, da cuenta de que a pesar de que haya sectores de la sociedad con ideas crueles, la mayoría de las personas no las comparte. Sin embargo, es importante movilizarse para que la oscuridad no avance.

Una idea constitutiva en la construcción de la imagen de Israel es la de “ser una luz al resto de las naciones”. El plan de salud de Horowitz va de acuerdo con esa consigna. No es suficiente, pero es un paso importante para los solicitantes de asilo.

Espero que Ayelet Shaked, a quien dice importarle el judaísmo del Estado, recuerde lo que dice Éxodo 22:20: “Al extranjero no oprimirás ni angustiarás, porque extranjeros fueron ustedes en la tierra de Egipto”.

 


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