Enlace Judío – Los siguientes preceptos, señalados por rab Hirsch, son tomados de Horeb, son mandatos del corazón, se refieren a la relación que uno establece con la realidad a través de las creencias.

Soberanía de la Divinidad

Yo soy el Señor tu D-os que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud. (Éxodo 20:2

El primer precepto que rab Hirsch presenta en el libro de Horeb habla sobre la Soberanía Divina. Empieza por hacerle notar al lector la forma en que en general nos relacionamos con el conocimiento y con nuestras creencias. Sólo aquellos preceptos a los que nuestro corazón ha decido escuchar son los que verdaderamente impactan sobre nuestras acciones y por ende sobre nuestras vidas. En este capítulo habla sobre la importancia de no volver a D-os un concepto racional lejano que no tiene presencia en nuestra persona:

“La vida en acción debe ser la flor del conocimiento; pero para que la vida florezca a partir del conocimiento, éste no es suficiente. El conocimiento con el que has enriquecido tu mente debe aplicarse a ti mismo, debes reconocer lo que sabes como algo que te pertenece; debes transferirlo de la mente al corazón, que decide tu curso de acción; debe penetrar en ti de principio a fin, debe convertirse en parte de ti mismo. Sólo entonces se convertirá en la base de tu actividad. Se convertirá en tu vida” (I).

Para rab Hirsch el concepto de Soberanía Divina nace del deseo de hacer a D-os el centro de nuestra vida. Uno puede reconocer a través de la razón o a través de la Escritura que todo lo creado proviene de Él “el piso donde caminas, la multitud de seres creados, la nación de Israel,” sin embargo, no cumple con este precepto mientras ese conocimiento no sea parte de la forma en que la persona hace su vida; mientras no considere a D-os “su D-os.” Por eso mismo el rabino remarca que el primer mandamiento es la Revelación de D-os y en éste D-os habla en primera persona y le dice a quien lo escucha “soy Tu D-os.” Para rab Hirsch el creer en la soberanía divina implica no sólo reconocer el principio de que todo lo que existe es continuamente creado por D-os, sino hacer que toda nuestra interacción con el mundo esté impregnada con está idea; buscar entrar en sintonía con esa voluntad que se encuentra tras lo creado.

Unicidad de D-os

Escucha, o Israel el Señor es nuestro D-os, el Señor es Uno (Deut 6:4) 

Hirsch. Torot, marEl siguiente principio que discute es el de la Unicidad de D-os. Habla del conflicto que existe en el hombre al aceptar este principio. El mundo en que vivimos es variado, está lleno de contradicciones y elementos que parecen opuestos; la historia, nuestra propia vida, todo lo que nos rodea está impregnado de dicha variedad (II). Sin embargo, a través del tiempo uno puede entender que todos esos elementos que parecen dispares tienen un origen común y funcionan en determinada medida de forma armónica. Saber que D-os rige esa variedad y que es la fuente de todos esos elementos es parte de creer en la Unicidad de D-os. Sin embargo, rab Hirsch remarca que es más importante vivir bajo el principio de Unicidad y esto tiene dos implicaciones: la misma que el principio anterior, es decir, reconocer a D-os como tú D-os, verte como parte de esa Unicidad que se encuentra en el mundo y decidir servirla. La segunda, llevar una vida integral, que nuestra persona no esté fragmentada, que haya un principio que nos ayude a dar orden a nuestras acciones y nuestras vivencias; que la creencia en D-os nos lleve a una plenitud y unidad.

“Así como el mundo, con toda su variedad, la historia con todo su cambio, tiene su origen en la única fuente, es guiado por una mano, sirve a Un Ser y se esfuerza por ascender hacia éste; así debes reconocer y sentir que tu vida, con todos sus cambios, proviene de una sola fuente, es guiada por una sola mano y fluye hacia una sola meta” (III).

Idolatría

Hirsch. DesiertoEl tercer precepto que menciona rab Hirsch es la prohibición de adorar ídolos. En la naturaleza vemos gran variedad de fuerzas que actúan sobre el mundo, la idolatría radica en creer que estas fuerzas son independientes y están al nivel de un dios; la idolatría radica en venerarlas y ponerlas como el centro del actuar del mundo. Sin embargo, como menciona rab Hirsch el problema no radica sólo en su veneración, sino al separar las fuerzas de la naturaleza de la unicidad divina y darles personalidad, la única opción lógica es que estas fuerzas existan sólo para sí mismas y a través del poder o la fuerza. El mayor peligro de la idolatría existe en creer en ello, en admirar la fuerza, también en pensarse a uno mismo como separado del mundo y vivir únicamente para uno.

“Tan pronto como un hombre piensa en cualquier ser como independiente y como perteneciente sólo a sí mismo, debe aparecer ante él como tiránico, con la intención de engrandecerse a sí mismo y producir sólo para la autogratificación. Por lo tanto, el hombre que venera a tales seres como dioses debe necesariamente considerar la violencia desenfrenada y la autocomplacencia no como algo bestial y, por lo tanto, inferior al hombre, sino como algo divino y, por lo tanto, superior al hombre, y buscarlas como tales” (IV).

Citas:

Hirsch, lluviaI) “Life as lived should be the flower of knowledge; but in order that life may blossom out of knowledge, knowledge alone is not enough. The knowledge with which you have enriched your mind must be applied to yourself, you must recognize what you know as appertaining to you; you must transfer it from the mind to the heart, which decides your course of action; it must penetrate you through and through, it must become part of yourself. Then only will it become the basis of your activity. It will become your life.”

II) The world presents to you a scene of great variety. You see in it creation, order, sustenance; here a call to existence, there a recall from existence, seed growing into blossom and fruit, fruit falling into decay and dust, dust and decay changing into new seed; here bare stone, there plants growing lustily, animals let loose to fend for themselves, and man released from the iron law of compulsion and given, freedom of choice. You see unchangeable law ruling in the celestial realms, while on earth there is perpetual change.

III) Just as the world, with all its variety, history with all its change, has its origin in the one source, is guided by one hand, serves One Being and strives upwards towards this One; so must you recognize and feel your life with all its changes to issue from one source, to be guided by one hand, to flow towards one goal.

IV) As soon as a man thinks of any being as independent and as belonging only to itself, it must appear to him as tyrannical, intent only on self-aggrandizement and producing only for selfgratification. Hence the man who reveres such beings as gods must of necessity regard unbridled violence and self indulgence not as something bestial and so beneath man but as something Divine and so above man, and pursue them as such.

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