“Creo que no estaba listo” dice, con ironía, Mor Rafael Oknin, boxeador israelí, cuando, sorpresivamente, no apareció su oponente a la hora de la pelea. El  campeón internacional de peso súper mosca (pesa 52,5 kilos), se había trasladado desde Israel exclusivamente para el evento que cubrió Enlace Judío en el Deportivo Carmen Serdán de la CDMX e involucró a, además de mexicanos, boxeadores de Japón, Argentina, Perú, Canadá e … Israel.

 

El propósito de Oknin era añadir una victoria más a su trayectoria internacional invicta. No es la primera vez que visita México, habiendo estado anteriormente en Sonora.

Siendo judío ortodoxo, Oknin asistió a varios servicios religiosos en México, donde, dice “se siente como en casa”. También recibió la bendición de varios rabinos mexicanos. Sin embargo, el día de la pelea, prefirió no llevar kipá porque quería mantener  “ bajo perfil”.

“De todos modos, somos judíos y en los lugares de gentiles nos respetan, pero mi rabino me dijo que debemos ser inteligentes. No es la comunidad judía y a veces es difícil, es difícil no llevar mi kipá, pero mi kipá está en el corazón y con la ayuda de D-os, espero que podamos caminar con kipá en todo el mundo …”.

¿Cómo cambió la vida del boxeador israelí después del 7 de octubre?

“Mi vida y la de muchos en el pueblo de Israel, especialmente en nuestro país cambió. Cambió en el reflejo, en la manera de ver la vida. Creo que debemos estar más unidos, que el pueblo de Israel debe estar más unido.

Llegamos a un punto muy difícil de odio gratuito antes del 7 de octubre y lo vimos en los medios de comunicación y en la sociedad israelí y lamentablemente nos perjudicó. No por casualidad está escrito en la Torá que cuando no hay unidad, el diablo puede dañar : lo vimos, lo vimos, no soy yo quien lo dice, todos los grandes rabinos hablan de eso; los políticos más importantes hablan de eso: que cada quien jaló hacia su lado y ahora de pronto quisieron unirse.”

“¿Qué debemos aprender del 7 de octubre entonces? Debemos aprender a unirnos y espero que con la ayuda de D-os haya unidad en el pueblo de Israel: izquierda, derecha, somos judíos, sefaradíes, asquenazíes sefaradíes, etíopes, no importa el color de piel, necesitamos paz. Y pensar en la paz. Y habrá paz con la ayuda de D-os”.

El querer guardar “perfil bajo” no le impidió formar, con otros israelíes residentes en México, un Minián en las gradas, donde rezó para lograr el triunfo antes de la pelea.

¿Miedo o boicot?

Finalmente, al no presentarse su oponente, el boxeador israelí ganó por nocáut técnico y se mostró decepcionado por no haber podido luchar en el ring.

Aún así, subió al mismo con la indumentaria que lo caracteriza y que usa con orgullo para honrar a Israel: la ropa blanquiazul; shorts, chamarra y zapatos decorados con la estrella de David; y su famoso tzitzit, la “prenda de cuatro esquinas que eleva al judío sobre la necesidad y el deseo”.  Allí, le levantaron el brazo en señal de victoria.

El hombre a quien su rabino, el nieto del Baba Sali, le dijo: “Viniste al mundo para santificar el nombre de Dios”, no toma su misión a la ligera: pronuncia el “Shemá Israel”, el rezo más importante del judaísmo,  antes de cada pelea y no acepta eventos en Shabat.

Aún así-  y teniendo varios amigos mexicanos como “Tarzán” y José Barrera, hermano del campeón mexicano Marco Antonio Barrera- no es inmune al antisionismo ni a la cobardía. Un pretexto más para Enlace Judío para visitar el folclórico y colorido mundo del box en futuras peleas del boxeador israelí.

 

 

 

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